Los problemas de lectoescritura son una
deficiencia en la adquisición de habilidades para leer y escribir. Esto
problemas pueden presentarse de manera asilada como unida, tanto la dislexia
(trastorno de la lectura) como la disgrafía (trastorno de la escritura)
provocan un bajo desempeño académico en los niños. Estos problemas pueden
remediarse mediante una intervención temprana, la cual está sujeta a un
temprano diagnostico. Existen muchas pruebas neuropsicológicas, evaluaciones
psicoeducativas y cernimientos específicos utilizados para identificar,
describir y ubicar problemas en lectoescritura.
El DSM-IV describe tres principales
criterios diagnósticos para identificar problemas en lectoescritura. 1. El
rendimiento en lectura y/o escritura, medido mediante pruebas de precisión o
compresión normalizadas y administradas individualmente, se sitúa
sustancialmente por debajo de lo esperado dados la edad cronológica, su
coeficiente de inteligencia y la escolaridad propia de su edad. 2. La
alteración en estas habilidades interfiere significativamente el rendimiento
académico o las actividades de la vida diaria que requieren de las habilidades
de lectoescritura. 3. De existir algún déficit sensorial, las dificultades en
la lectoescritura exceden las dificultades usualmente asociadas con él. (APA,
1995). Las principales dificultades que presentan los niños con problemas en
lectoescritura incluyen pero no se limitan a; lectura lenta, sustitución de
letras o palabras expresión escrita difusa, falta de fluidez, omisión de letras
o palabras, muchos errores ortográficos, dificultad para comprender texto,
errores fonológico, adicción de letras o palabras y deletreo inadecuado entre
otros.
Para el neurodiagnostico de los
problemas en lectoescritura frecuentemente se utilizan varias prueba entre
ellas; la prueba LEE para medir lectura y escritura en español de Defior, S
& col. (2006), La Escala Magallanes de Lectura y Escritura de Toro, J.,
Cervera, M. & Urio, C. (2002), la escala psicoeducativa de Woodcock-Johnson
(1977) esta mide habilidades cognitivas y aptitudes académicas, la batería de
evaluación cognitiva y académica de Kaufman & Kaufman (1983) para niños de
2 a 12 y la prueba WISC-IV o Wechsler
(1988) para medir su desarrollo intelectual o coeficiente de inteligencia.
Todas estas pruebas intentan medir diferentes áreas relacionadas con las
destrezas de lectura y escritura. Durante una evaluación en general se toman
varios factores en consideración como el establecimiento de fortalezas y
debilidades del niño tanto en la escuela como en otros escenarios como el
hogar, el centro comercial o el parque para obtener información ecológica de su
situación holística. Para la emisión de un diagnostico mas impetuoso que una
cifra en una prueba es más indispensable una buena interpretación no solo de
las pruebas o evaluaciones sino de las variables que relacionan con el niño
como los ámbitos sociales, familiares, escolares, personales, metabólicos,
nutricionales e incluso genéticos. La mayoría de los especialistas que diagnostican
tanto dislexia como disgrafía con psicólogos clínicos o escolares, aunque
existen hoy día educadores con grado de maestría que los especializan para
evaluar, diagnosticar y corregir estos problemas de aprendizaje y actúan como
terapeutas educativos. Es importante a la hora de emitir un diagnostico o
llevar a un niño a un especialista revisar las licencias, títulos o estudios
que acrediten a los mismo a ejercer legalmente y profesionalmente lo cual
propicie una buena intervención y rehabilitación educativa y cognitiva en niños
que tienen problemas de lectoescritura.
Para poder evaluar eficazmente las
habilidades de lectoescritura se deben tener en consideración aspectos
socioculturales, edad, sexo y diferencias individuales. Se asume que existen
habilidades cognoscitivas que compartimos de forma similar con todos los
individuos con un cerebro sano o normal. Estos deben ser capaces de reconocer
rostros, distinguir los sonidos funcionales de su lengua, seguir una ruta, un
repertorio básico de movimientos aprendidos y así por el estilo. Es de este
hecho que las pruebas están diseñadas para medir funciones neuropsicológicas de
individuos normales, y el diagnostico de problemas o deficiencias en el
aprendizaje, en este caso de lectoescritura presentarían una probabilidad
estadística menor al resto de la población con las mismas cualidades antes
mencionadas. Sin embargo existen diferencias individuales importantes en la
ejecución de pruebas que intentan medir la integridad cerebral. Es “normal” que
un porcentaje pequeño de la población general obtenga un puntaje menor {que en
este caso sería problemas de lecto-escritura} en pruebas desde un punto de
vista estadístico. Estas diferencias individuales deben ser reconocidas e
identificadas para un buen avaluó de las habilidades de lectura y escritura por
separado. Dado que la organización cerebral y la actividad cognoscitiva por
ende es única en cada individuo. Los problemas de lectoescritura aun no tienen
una explicación aceptable, sin embargo se mencionan en la literatura anomalías
en la lateralización, problemas pre, peri, posnatal, metabólicos y la migración
neural en el neurodesarrollo.