Los trastorno del habla y lenguaje en
los niños son aquellos problemas que presentan un lento progreso o incapacidad
para la adquisición de las habilidades para comprender o producir lenguaje.
También conocida como problemas comunicológicos, disfasia del desarrollo o
simplemente disfasia por otros especialistas. Este representa un trastorno en
la adquisición del lenguaje, no explicativo por retraso mental, déficit
sensorial o motor, privación mental o alteración emocional (Wood, 1985). Para diagnosticar
algún tipo de trastorno del habla y lenguaje se debe excluir todos los defectos
del lenguaje como resultantes de trastornos de conducta, defectos auditivos,
alteraciones motoras bucales y deficiencia intelectual global. La persona
designada y autorizada para evaluar y diagnosticar trastornos del habla y
lenguaje es un patólogo del habla y lenguaje para el cual se necesita una
maestría en patología del habla y lenguaje y una licencia autorizada,
registrada y valida.
Existen modelos del lenguaje que
señalan que este se adquiere en estadios a través de los cuales se pueden
apreciar una progresión en el niño. Normalmente entre los 0-2 meses se presenta
una respuesta a estímulos en el rango de frecuencias del lenguaje, percepción
de fonemas por categorías y preferencia por los sonidos verbales. Entre los 2-8
meses se presenta un dialogo madre-hijo, orientación hacia los estímulos
verbales y balbuceo. Entre los 9-12 meses se presenta la expresión de
intenciones comunicativas no verbales, que implican llamado de atención,
rechazo, solicitud y así por el estilo, compresión de unas pocas palabras
dentro de un contexto. Entre los 12-18 meses se presenta el uso de las primeras
palabras reconocibles y comprensión de palabras fuera de contexto. Entre los
18-24 meses se presenta una combinación de dos palabras para formar frases
telegráficas, expresión de un rango limitado de significados, compresión de
palabras referentes a objetos ausentes y uso de lenguaje para solicitar
información. Entre los 2 a 5 años se presenta
un incremento en la longitud promedio de la frase de 2 a 4 palabras, sobre
generalización de reglas morfológicas, manejo de las reglas morfológicas y
sintácticas en oraciones simples, inicio de oraciones complejas, uso de reglas
lingüísticas en la compresión de frases, empleo del lenguaje para referirse a
eventos remotos en el tiempo y el espacio, uso del lenguaje con fines diversos
como imaginar, predecir o interpretar, incremento de la habilidad para
conversar conservando el tema tratado, utilización de reglas de cortesía en el
lenguaje u selección del estilo apropiado de expresión según la situación
social. Para los 5 a 12 años de edad se presentan el uso de estrategias para
elaborar y condensar la información, habilidad para utilizar y comprender
oraciones de tipo inusual y el desarrollo de conciencia metalingüística
(Spreen, Riesser, Edgell, 1995).
Las alteraciones en el desarrollo del
lenguaje se clasifican en dos grandes áreas las expresivas y las receptivas.
Las alteraciones expresivas se dividen en disfasia expresiva, dispraxia verbal,
disartria y afasia infantil. Las alteraciones receptivas se dividen en pérdida
auditiva, disfasia receptiva, agnosia auditiva verbal y audiomudez. Existen
varias posibles etiologías de los trastornos del habla y lenguaje entre los
ellos; pérdida auditiva en la etapa prenatal, alteración del sistema nervioso
central, rubeola en el primer trimestre del embarazo, complicaciones congénitas
o durante el parto, meningitis, infección grave y síndrome convulsivo (Goldstein,
Landau, Kleffner, 1960).
Según Leblanc (1991) es importante
destacar seis criterios para diagnosticar cualquiera de los trastornos del
habla y lenguaje. 1. Retraso grave de comprensión y o expresión verbal. 2. Una
disfunción perceptiva general a nivel de una o varias modalidades sensoriales
implicadas en la adquisición del lenguaje como la recepción de estímulos
presentados de modo secuencial, integración de las secuencias de estímulos,
organización y almacenamiento de la información que permita relacionar tales
estímulos con los anteriormente adquiridos y asimilados y reproducción de
estímulos. 3. Un déficit auditivo especifico que no sea reconocido en un examen
audiométrico pero evidente funcionalmente, estos muestran fallas para percibir,
almacenar y recordar el orden de información auditiva. También fallan en la
capacidad para reproducir estructuras rítmicas, reconocer el número de sonidos
sin significado. 4. Un cociente de inteligencia no verbal normal y muestra de
discrepancia significativa entre la inteligencia verbal y no verbal de pruebas
estandarizadas. 5. En ocasiones muestran perseverancia e incoherencia en las
respuestas, inestabilidad emocional y algún nivel de hiperactividad. 6. Una
limitación en la memoria auditiva a corto plazo.
Mediante una buena evaluación y
diagnostico se prosigue con un tratamiento o terapia que normalmente se
denomina terapia del habla y lenguaje. Esta debe ser ofrecida por una terapista
del habla y lenguaje con un grado de bachillerato y contar con una vigente licencia
para ejercer. La terapia debe ir acorde con el nivel de gravedad en el retraso
lingüístico, que por lo general consiste en una estimulación verbal con énfasis
en su funcionalidad. En la terapia del habla y lenguaje corrigen los defectos
de producción del lenguaje para incrementar su adquisición gradual y normal
para su edad.
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