miércoles, 20 de febrero de 2013

Neurodiagnostico de Problemas de Lectoescritura



Los problemas de lectoescritura son una deficiencia en la adquisición de habilidades para leer y escribir. Esto problemas pueden presentarse de manera asilada como unida, tanto la dislexia (trastorno de la lectura) como la disgrafía (trastorno de la escritura) provocan un bajo desempeño académico en los niños. Estos problemas pueden remediarse mediante una intervención temprana, la cual está sujeta a un temprano diagnostico. Existen muchas pruebas neuropsicológicas, evaluaciones psicoeducativas y cernimientos específicos utilizados para identificar, describir y ubicar problemas en lectoescritura.

El DSM-IV describe tres principales criterios diagnósticos para identificar problemas en lectoescritura. 1. El rendimiento en lectura y/o escritura, medido mediante pruebas de precisión o compresión normalizadas y administradas individualmente, se sitúa sustancialmente por debajo de lo esperado dados la edad cronológica, su coeficiente de inteligencia y la escolaridad propia de su edad. 2. La alteración en estas habilidades interfiere significativamente el rendimiento académico o las actividades de la vida diaria que requieren de las habilidades de lectoescritura. 3. De existir algún déficit sensorial, las dificultades en la lectoescritura exceden las dificultades usualmente asociadas con él. (APA, 1995). Las principales dificultades que presentan los niños con problemas en lectoescritura incluyen pero no se limitan a; lectura lenta, sustitución de letras o palabras expresión escrita difusa, falta de fluidez, omisión de letras o palabras, muchos errores ortográficos, dificultad para comprender texto, errores fonológico, adicción de letras o palabras y deletreo inadecuado entre otros.


Para el neurodiagnostico de los problemas en lectoescritura frecuentemente se utilizan varias prueba entre ellas; la prueba LEE para medir lectura y escritura en español de Defior, S & col. (2006), La Escala Magallanes de Lectura y Escritura de Toro, J., Cervera, M. & Urio, C. (2002), la escala psicoeducativa de Woodcock-Johnson (1977) esta mide habilidades cognitivas y aptitudes académicas, la batería de evaluación cognitiva y académica de Kaufman & Kaufman (1983) para niños de 2 a 12  y la prueba WISC-IV o Wechsler (1988) para medir su desarrollo intelectual o coeficiente de inteligencia. Todas estas pruebas intentan medir diferentes áreas relacionadas con las destrezas de lectura y escritura. Durante una evaluación en general se toman varios factores en consideración como el establecimiento de fortalezas y debilidades del niño tanto en la escuela como en otros escenarios como el hogar, el centro comercial o el parque para obtener información ecológica de su situación holística. Para la emisión de un diagnostico mas impetuoso que una cifra en una prueba es más indispensable una buena interpretación no solo de las pruebas o evaluaciones sino de las variables que relacionan con el niño como los ámbitos sociales, familiares, escolares, personales, metabólicos, nutricionales e incluso genéticos. La mayoría de los especialistas que diagnostican tanto dislexia como disgrafía con psicólogos clínicos o escolares, aunque existen hoy día educadores con grado de maestría que los especializan para evaluar, diagnosticar y corregir estos problemas de aprendizaje y actúan como terapeutas educativos. Es importante a la hora de emitir un diagnostico o llevar a un niño a un especialista revisar las licencias, títulos o estudios que acrediten a los mismo a ejercer legalmente y profesionalmente lo cual propicie una buena intervención y rehabilitación educativa y cognitiva en niños que tienen problemas de lectoescritura.

Para poder evaluar eficazmente las habilidades de lectoescritura se deben tener en consideración aspectos socioculturales, edad, sexo y diferencias individuales. Se asume que existen habilidades cognoscitivas que compartimos de forma similar con todos los individuos con un cerebro sano o normal. Estos deben ser capaces de reconocer rostros, distinguir los sonidos funcionales de su lengua, seguir una ruta, un repertorio básico de movimientos aprendidos y así por el estilo. Es de este hecho que las pruebas están diseñadas para medir funciones neuropsicológicas de individuos normales, y el diagnostico de problemas o deficiencias en el aprendizaje, en este caso de lectoescritura presentarían una probabilidad estadística menor al resto de la población con las mismas cualidades antes mencionadas. Sin embargo existen diferencias individuales importantes en la ejecución de pruebas que intentan medir la integridad cerebral. Es “normal” que un porcentaje pequeño de la población general obtenga un puntaje menor {que en este caso sería problemas de lecto-escritura} en pruebas desde un punto de vista estadístico. Estas diferencias individuales deben ser reconocidas e identificadas para un buen avaluó de las habilidades de lectura y escritura por separado. Dado que la organización cerebral y la actividad cognoscitiva por ende es única en cada individuo. Los problemas de lectoescritura aun no tienen una explicación aceptable, sin embargo se mencionan en la literatura anomalías en la lateralización, problemas pre, peri, posnatal, metabólicos y la migración neural en el neurodesarrollo.


viernes, 8 de febrero de 2013

Trastornos del Habla y Lenguaje



Los trastorno del habla y lenguaje en los niños son aquellos problemas que presentan un lento progreso o incapacidad para la adquisición de las habilidades para comprender o producir lenguaje. También conocida como problemas comunicológicos, disfasia del desarrollo o simplemente disfasia por otros especialistas. Este representa un trastorno en la adquisición del lenguaje, no explicativo por retraso mental, déficit sensorial o motor, privación mental o alteración emocional (Wood, 1985). Para diagnosticar algún tipo de trastorno del habla y lenguaje se debe excluir todos los defectos del lenguaje como resultantes de trastornos de conducta, defectos auditivos, alteraciones motoras bucales y deficiencia intelectual global. La persona designada y autorizada para evaluar y diagnosticar trastornos del habla y lenguaje es un patólogo del habla y lenguaje para el cual se necesita una maestría en patología del habla y lenguaje y una licencia autorizada, registrada y valida.

Existen modelos del lenguaje que señalan que este se adquiere en estadios a través de los cuales se pueden apreciar una progresión en el niño. Normalmente entre los 0-2 meses se presenta una respuesta a estímulos en el rango de frecuencias del lenguaje, percepción de fonemas por categorías y preferencia por los sonidos verbales. Entre los 2-8 meses se presenta un dialogo madre-hijo, orientación hacia los estímulos verbales y balbuceo. Entre los 9-12 meses se presenta la expresión de intenciones comunicativas no verbales, que implican llamado de atención, rechazo, solicitud y así por el estilo, compresión de unas pocas palabras dentro de un contexto. Entre los 12-18 meses se presenta el uso de las primeras palabras reconocibles y comprensión de palabras fuera de contexto. Entre los 18-24 meses se presenta una combinación de dos palabras para formar frases telegráficas, expresión de un rango limitado de significados, compresión de palabras referentes a objetos ausentes y uso de lenguaje para solicitar información. Entre los 2 a 5 años  se presenta un incremento en la longitud promedio de la frase de 2 a 4 palabras, sobre generalización de reglas morfológicas, manejo de las reglas morfológicas y sintácticas en oraciones simples, inicio de oraciones complejas, uso de reglas lingüísticas en la compresión de frases, empleo del lenguaje para referirse a eventos remotos en el tiempo y el espacio, uso del lenguaje con fines diversos como imaginar, predecir o interpretar, incremento de la habilidad para conversar conservando el tema tratado, utilización de reglas de cortesía en el lenguaje u selección del estilo apropiado de expresión según la situación social. Para los 5 a 12 años de edad se presentan el uso de estrategias para elaborar y condensar la información, habilidad para utilizar y comprender oraciones de tipo inusual y el desarrollo de conciencia metalingüística (Spreen, Riesser, Edgell, 1995).



Las alteraciones en el desarrollo del lenguaje se clasifican en dos grandes áreas las expresivas y las receptivas. Las alteraciones expresivas se dividen en disfasia expresiva, dispraxia verbal, disartria y afasia infantil. Las alteraciones receptivas se dividen en pérdida auditiva, disfasia receptiva, agnosia auditiva verbal y audiomudez. Existen varias posibles etiologías de los trastornos del habla y lenguaje entre los ellos; pérdida auditiva en la etapa prenatal, alteración del sistema nervioso central, rubeola en el primer trimestre del embarazo, complicaciones congénitas o durante el parto, meningitis, infección grave y síndrome convulsivo (Goldstein, Landau, Kleffner, 1960).

Según Leblanc (1991) es importante destacar seis criterios para diagnosticar cualquiera de los trastornos del habla y lenguaje. 1. Retraso grave de comprensión y o expresión verbal. 2. Una disfunción perceptiva general a nivel de una o varias modalidades sensoriales implicadas en la adquisición del lenguaje como la recepción de estímulos presentados de modo secuencial, integración de las secuencias de estímulos, organización y almacenamiento de la información que permita relacionar tales estímulos con los anteriormente adquiridos y asimilados y reproducción de estímulos. 3. Un déficit auditivo especifico que no sea reconocido en un examen audiométrico pero evidente funcionalmente, estos muestran fallas para percibir, almacenar y recordar el orden de información auditiva. También fallan en la capacidad para reproducir estructuras rítmicas, reconocer el número de sonidos sin significado. 4. Un cociente de inteligencia no verbal normal y muestra de discrepancia significativa entre la inteligencia verbal y no verbal de pruebas estandarizadas. 5. En ocasiones muestran perseverancia e incoherencia en las respuestas, inestabilidad emocional y algún nivel de hiperactividad. 6. Una limitación en la memoria auditiva a corto plazo.

Mediante una buena evaluación y diagnostico se prosigue con un tratamiento o terapia que normalmente se denomina terapia del habla y lenguaje. Esta debe ser ofrecida por una terapista del habla y lenguaje con un grado de bachillerato y contar con una vigente licencia para ejercer. La terapia debe ir acorde con el nivel de gravedad en el retraso lingüístico, que por lo general consiste en una estimulación verbal con énfasis en su funcionalidad. En la terapia del habla y lenguaje corrigen los defectos de producción del lenguaje para incrementar su adquisición gradual y normal para su edad.